Última actualización:
31 de enero, 2005
SOFISTICACIÓN DE LOS FRAUDES EN LA RED
Las estafas y los fraudes a través de Internet se están convirtiendo
en prácticas habituales llevadas a cabo por personas sin escrúpulos,
dispuestas a aprovecharse del resto de los usuarios que utilizan
este medio de comunicación no solo como vía de consulta, sino también
para adquirir productos.
La mayoría de los casos conocidos son similares: los usuarios han
contactado con un tercero a través de una página o portal de subastas,
han acordado el pago y envío del producto, y una vez que el comprador
realiza la transferencia, nunca más se supo del vendedor, es decir,
reciben la transferencia y desaparecen.
Para evitar ser estafados o poder tener una carta en la manga
en caso de que así suceda en operaciones realizadas a través de
la Red, ha surgido una figura, encargada de verificar este tipo
de contratos y transacciones, que probablemente cada vez estará
más presente en el ámbito de los servicios de la sociedad de la
información, y es el denominado Tercero de Confianza, definido como
aquel intermediario entre dos partes contratantes que realizan un
acuerdo a través de medios electrónicos.
Simplificando, es como si los contratantes acudieran a un Notario
para que de fe de que ese contrato que se firma en su presencia
tiene plena validez; pero en el caso de hacerlo a través de Internet,
puede ocurrir que la persona o compañía con la que nos interesa
firmar se encuentre en otra provincia, otro país, incluso otro continente,
y es por ello por lo que han comenzado a aparecer diferentes empresas
que ofrecen servicios de este tipo, para que ninguna de las partes
pueda repudiar el contrato previamente firmado.
Existen diferentes métodos para garantizar la autenticidad y aceptación
de este tipo de acuerdos y contratos, cada compañía que emprende
este tipo de negocio decide la que cree será más beneficiosa y eficiente,
y luego es labor de cada usuario de estos servicios elegir la que
le de mayor confianza, que es el objetivo primordial de su uso.
Como primicia y en señal de alerta, es necesario señalar que la
alarma social ante estafas cometidas a través de Internet es cada
vez mayor, lo que esta provocando que los estafadores maquillen
sus campos de actuación de tal manera, que el usuario acabe aceptando
la compra ante el gran número de medidas de seguridad sugeridas
por el vendedor.
Se ha tenido conocimiento de que ciertos usuarios/vendedores engañan
a sus compradores haciéndoles ver que lo más beneficioso para que
el negocio jurídico a suscribir entre ambos sea seguro es acudir
a una tercera parte neutral, y es cuando el comprador también se
siente tranquilo ante la compra-venta que van a realizar.
Es aquí donde se cae en el error, porque la página web a través
de la que se ha realizado el contrato de compra-venta no es más
que una estratagema ideada por el vendedor para dar mayor confianza
al cliente, y así recibir la transferencia.
Una vez que la transferencia llega al destino especificado, el
vendedor desaparece, la página de terceros de confianza queda desactivada,
y el comprador se queda sin dinero y sin producto.
Esto no quiere decir que todas las compras y servicios ofrecidos
en la Red estén realizados con la finalidad de timar a los clientes
ni mucho menos, sino que hay que saber con quién se trata, y para
ello en España, por ejemplo, existe la Ley de Servicios de la Sociedad
de la Información y del Comercio Electrónico (LSSI) que intenta
por todos los medios evitar que se cometan este tipo de acciones,
abogando por una Internet segura como un medio más a la disposición
de las personas para poder acceder a multitud de servicios.
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