Las estafas se sitúan en primera posición entre los delitos informáticos y los jóvenes no tienen miedo a los delitos
Durante el año 2017 en Canarias las autoridades recibieron más de 3.400 denuncias de diferentes ciberdelitos; para ese año la provincia de Las Palmas de Gran Canaria se posicionó como la octava comunidad autónoma del país con mayor número de casos de delitos informáticos, vale mencionar que para ese año se registraron en todo el país más 81.000 delitos de este tipo.
La suplantación de identidad para obtener datos personales de tarjetas de crédito y cuentas bancarias, modalidad conocida como phishing sigue siendo el ciberdelito con mayor índice de ocurrencia en Canarias, de acuerdo a los expertos Sergio Díaz Expósito, director del Observatorio de los Delitos Informáticos en Canarias (ODIC) y Amador Pérez Trujillo, auditor internacional de sistemas de seguridad de la información.
Las estadísticas recopiladas por el ODIC en relación con al año 2017 indican que el el phishing es el delito más común con 245 delitos cometidos, una cifra que supera con creces otros delitos informáticos realizados a través de la web como como la estafa que presentó 117 delitos.
El ciberacoso presentó 32 casos, las amenazas o coacciones 31, la extorsión con imágenes con contenido sexual 18, engaño de pederastas a menores de edad, delito conocido como grooming, 14, y la difusión de imágenes íntimas con contenido sexual por venganza a expareja o pronovenganza 2.
El director de este observatorio explicó que el mayor problema de un alto porcentaje de los ciudadanos es el exceso de confianza, ya que se sienten ajenos a los peligros que hay en la red, se piensa que ya se conocen estas modalidades de delito y de que nunca se va a caer en ellas, hay una falsa creencia de que internet es seguro y por ello las personas se dejan llevar por la apariencia de las páginas y no indagan lo que puede haber detrás de ellas, explica Díaz Expósito.
Comenta también que resulta bastante sencillo suplantar la imagen gráfica de una empresa o institución bancaria, para que los usuarios faciliten los datos de sus tarjetas de crédito o débito, o los datos de sus cuentas bancarias.
Otra modalidad que ocurre a menudo es que los delincuentes suplantan a un directivo de una sociedad mercantil, para lo cual crean un perfil similar al de esta persona y se ponen en contacto con personas y empresas para tratar de engañarlos y obtener datos que les permitan realizar sus fechorías.
Díaz Expósito explica que en esta modalidad el engaño se da, ya que si la potencial víctima realiza una búsqueda del directivo en la web, aparece una persona con ese nombre y apellido, lo que ayuda a certificar que esta persona realmente existe.
En otras ocasiones los ciberdelincuentes crean falsas páginas web de ofertas de empleo, así cuando una persona se interesa en una de estas ofertas, le hacen una cita para reunirse en un sitio público, en dicha reunión llegan a un acuerdo y exigen un pago por los trámites de contratación, generalmente de entre 50 y 100 euros, relata Sergio Díaz.
Hay muchas personas que son víctimas de ciberdelitos y no realizan las denuncias, explica el director del ODIC, en algunos casos por vergüenza, en otros porque consideran que las fuerzas de seguridad no resolverán el caso; sin embargo recomienda que es necesario realizar la denuncia, ya que se trata de un delito.
En 2017 se presentaron en todo el país 81.307 denuncias por ciberdelitos, de las cuales se logró esclarecer 22.111, lo que representa un 27,2%.
El director del ODIC refirió que uno de los delitos que más le genera inquietud es el fraude informático, es cual está presente en las estafas o las suplantaciones de identidad; asegura que le preocupa que algunos ven este tipo de delito como algo divertido o simplemente como un juego; con el que gana dinero tras engañar a las personas en la web.
Algunos jóvenes y adolescentes piensan que las estafas por Internet son un juego
De juego a delito. Un simple juego puede terminar en delito, los jóvenes no tienen la percepción de que las acciones que llevan a cabo a través de la tecnología y utilizando Internet como medio de comunicación puede conllevar riesgos legales graves, que pueden impactar en el resto de sus vidas.
Jóvenes, e incluso menores de edad, ofertan productos en páginas de venta de artículos de segunda mano, cuando una persona interesada realiza la compra y les envía la transferencia con adelanto o el importe total, le envían una piedra o una caja vacía, explica Sergio Díaz.
Advierte que algunos de los adolescentes. que realizan estas fechorías, no son conscientes de que están cometiendo un delito, en muchos casos ignoran que se trata de un infracción penal y de las consecuencias que conlleva, tanto para ellos como para sus padres o representantes, si tal delito es descubierto.
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